CONTRA LAS CUERDAS :
VIEJOS CHOTOS (TreinTown)
“¿Vos vas a pagar 80 pesos para ver al muerto de Cerati?”, me preguntaba un amigo hace poco más de un mes, cuando Cerati presentó “Ahí vamos” en el teatro El Círculo de Rosario. “Y sí, ¿qué querés que haga?”, le dije. “¿Qué voy a esperar, que venga Melero? Además acordate que yo lo voy a ver a Coleman, que hace una bocha que no lo escucho en vivo, y no a Cerati.
Y pagar 80 pesos tampoco me parece tan dramático. De todos los viejos chotos del rock nacional Cerati es el único que va a venir con un show, con una gran banda, con buen sonido. No va a venir a hacer un ensayo de una hora y media como otros ladris.
Y además va a cantar, es uno de los pocos tipos que realmente canta en vivo… bla, bla, bla”. De golpe me encontré con lo de siempre, y peor: tener que “justificar” a Cerati, como si el tipo fuese el invento de un reality show con dos meses de carrera, o como si yo fuese una fan que atesora todos sus discos… Justamente yo, que en los 80 se me revolvía el estómago con la sola mención de Soda Stereo, que me cansé de burlarme de sus poses en las fotos y las sandeces que dice en los reportajes, que me revolqué de la risa con los chistes que circulan sobre sus choreos musicales, sus comparaciones pretenciosas, su entorno de lookeadores y eventos sociales…
Pero hace un tiempo algo me empezó a molestar, me empezó a hacer ruido, definitivamente me irritó que unos stencils taparan el bosque. Me refiero a lo de “Papadas totales” y “Viejo choto”. Y no es tanto por lo que connotan (que es pesado y mucho), sino porque me parecen el síntoma más visible de un ninguneo banal y prejuicioso (de parte de colegas y afines), del reduccionismo barato de una crítica que podría tener sustento y, sobre todo, de la imposibilidad de hablar de Cerati desde otros lugares que no sean ese dardo envenenado, irónico, aparentemente indiferente, o desde la típica aprobación contemplativa.
A veces Cerati se merece lo de “viejo choto”, me digo. No me puedo olvidar de unas fotos de prensa de hace un par de años, tan recargadas de photoshop que el tipo parecía un pendejo de 15. Penoso. También es imposible obviar que Cerati no se priva ni de uno de los aspectos más patéticos del cuarentown : buscando la juventud en sus novias veinteañeras, tratando de dejar (tarde) de fumar, de comer con menos sal, de chupar menos (y escondiendo esto a sus amigos, por supuesto), conectándose con toda la tecnología que se pueda comprar, la música nueva que se pueda bajar, y apurándose a aprovechar el tiempo antes de que sus jovencísimas novias se conviertan en enfermeras de sus achaques y en sirvientas desocupadas de sus confortables casas.
Y eso por no ir al grano y hablar de “Ahí vamos”, que es un disco viejo de cabo a rabo, a pesar de tener esas tres o cuatro canciones fabulosas que se reservan todos los discos solistas de Cerati, más allá de que la mayoría de mis amigos y colegas se empeñen siempre en buscar canciones fabulosas en “otro lado”.
El asunto es que no podés a esta altura hacer un temaque parece sacado del “Synchronicity” de The Police, como si antes no lo hubieses podido copiar pero ahora sí… Eso sí, amigos del stencil, es una auténtica vejetada.
¿Qué hago yo bailando en este recital?, me preguntaba en El Círculo. Si ni siquiera lo vine a ver a Cerati… Y siempre fue así…
La primera vez que vi a Soda Stereo, en la parte descubierta de Obras, había ido por Carlos Alomar. La segunda, en la presentación de “Dynamo”, fui arrastrada por unos amigos que tenía por entonces. Las presentaciones en vivo de “Bocanada” y “Siempre es hoy” las cubrí como periodista, y la verdad es que fue una buena excusa.
¿Por qué funciona tan bien un show basado en un disco mediocrón? ¿Por qué alguna gente que no es precisamente fan de Cerati y nunca va a serlo salió como loca del teatro? En los días que siguieron, sinceramente, me hincharon las pelotas. No hablaban de otra cosa. Las giras de “shows nacionales” generalmente son rutina. Hacía mucho tiempo que no sentía que un recital tuviese tanto eco.
Me venían a preguntar mi opinión como si gran cosa, y yo la atajaba con la sanata de que no había ido a ver precisamente a Cerati… Qué mal, qué mezquina que soy. Al final soy como los demás, soy una ninguneadora. ¿Cuántas veces lo negué a Cerati? Ya van como cinco recitales…
Lo concreto es que si Coleman está sobre ese escenario es por Cerati. Cerati armó esa banda. Los temas que están tocando son de Cerati. ¿Y Soda Stereo? Soda Stereo como banda nunca existió. ¿Qué hicieron Alberti y Bosio después de Soda? Es evidente que ni siquiera les interesaba la música… La única “intervención” que yo aceptaría en las canciones de Cerati es la de Melero.
Cerati compuso, interpretó, sostuvo y exportó solo ese modelo de no-power-trio que era Soda Stereo. Convirtió este pequeño grupo en una marca, se dio el lujo de no repetirlo, de metamorfosearlo a su antojo, más allá de las crisis de este país y los despelotes del mercado discográfico.
Cerati debe ser lo menos original que existe musicalmente en este planeta, pero sabe dónde ir a copiar, cómo mezclarlo y cómo condensarlo en canciones de tres, cuatro minutos. Se puede parar delante de una guitarra o de una computadora, es lo mismo, porque sabe lo que quiere hacer. Para Cerati, componer es una cuestión de estética. Sus técnicas de copy & paste se perfeccionaron con un laburo de hormiga.
No le molesta trabajar con gente más creativa o más arriesgada que él. Nadie podría decir que no es generoso, o que busque opacar a los demás en un escenario.Y tiene un timing envidiable para armar y desarmar equipos.
Sobre Cerati como letrista… Bueno, yo respeto a toda esa gente que sostiene que esas dos palabras (Cerati-letrista) son incompatibles. Pero no estoy de acuerdo. Muchas letras de Cerati son tan precisas en la descripción de situaciones que hasta llegan a contar una historia.
Esa claridad le da una fuerza expresiva que otros músicos presuntamente más “emocionales”, o con más inclinaciones “literarias”, no logran ni a palos. Pienso ahora en las letras de “Tu medicina”, “Fue”, “Té para tres”, “Ameba”, “Toma la ruta”, “En la ciudad de la furia”, “Puente”, “Un millón de años luz”, “Crimen”, “No te creo”, “Paseo inmoral”, pero hay muchas más.
Pienso en “Av. Alcorta” como en una de las canciones porteñas más hermosas que escuché, casi como en un tango. Las letras de Cerati son también puramente sensitivas y musicales, no sirven en un pedazo de papel (aunque yo suelo citarlas bastante), y esto fue terriblemente liberador con respecto a esa pesada tradición entre poética, metafórica y críptica que venía de los años setenta.
Tal vez Cerati haya nacido viejo. Nunca entendí muy bien qué significaban esos hits de Soda Stereo en aquellos cumpleaños de 15, entre tanta hormona adolescente. Los temas de Cerati siempre estuvieron atravesados por una sexualidad adulta, masticada, para nada candorosa ni arrebatada. “Si algo cedes, calmaré tu histeria / Con los dientes rasgaré tus medias…”.
No creo que los niñatos de mediados de los 80 hayan pescado ni un ápice de esas líneas, chupándose el dedo en la puerta de los salones de fiestas, emborrachándose con apenas un vaso de cerveza y prendiendo velitas y leyendo los mejores deseos para la quinceañera, enfundadas en esos vestidos de conductora de canal de cable de más de 50. Qué horrible que era ese circo, por Dios.
Tan horrible que uno deseaba en cambio que su vida fuera algo así como las películas de John Hughes, que también eran un bochorno, pero de última eran películas.
Yo habré ido a dos o tres de esas fiestas, después me empecé a borrar con cualquier excusa. Y muy a mi pesar, de aquellos cumpleaños, sólo tengo algo parecido a buen recuerdo. Ahora se siente como si fuera un sueño: iba caminando entre la gente, entre la oscuridad y esos juegos de luces, y sonaba “Signos” a todo volumen. “Signos, mi parte insegura, bajo una luna hostil…”.
Y yo pensé: “Ojalá me quedara sola con esta canción, con esta letra que no puedo entender, y que toda esta gente desapareciera. Ojalá me quedara con la voz de este tipo, que tiene una linda voz, total nunca le voy a comprar un disco, ni lo voy a ver en vivo, y en un par de años nadie se va a acordar de él, ni de todos estos grupitos de moda. Ojalá la fiesta fuera esta canción y no toda la boludez que la rodea”.
En la película del rock argento Cerati tiene un récord de escenas bochornosas: descorchando champán en la despedida de Soda en River, como si estuviese en un podio de Fórmula Uno, en fotos de fiestas mediáticas, en MTVs latinos, en los primeros videos de Soda… Cerati sí que no le tiene miedo al ridículo, ni a los sombreros, ni a la peluquería… Pero el momento para el Oscar debe ser cuando apareció disfrazado de Principito, con la Sinfónica Nacional en el teatro Colón, en el 2001, justo antes de que el país se viniera abajo. Ahora, en un programa de MuchMusic, Cerati habla de “guiños a lo Burton” mientras pasan imágenes de ese “concierto”.
“¡¡Guiños a lo Burton!!”. Por Dios, no se puede ser taaan pretencioso. Pero Cerati es así. Es capaz de encontrar más referencias que notas en una canción.
Cuando los demás le analizaron 800 choreos, él está preparado para hablar de 3.000. “¿Y tus colegas que opinaron de eso?”, le pregunta la conductora del programa…por lo de los “11 episodios sinfónicos”… “Bueno, eso no tiene mucha importancia”, dice Cerati, haciéndose el sota y con cara de me duele la panza.
¿Qué va a decir Cerati? ¿Qué todos los “colegas” opinaron MAL? ¿Qué haga lo que haga no importa porque está mal, siempre está mal para los demás? Todo está mal : el disco de canciones, el fantasma de Soda Stereo, el proyecto electrónico, la foto para la revista, la colaboración con Shakira, la participación del niño prodigio Benito, el ex noviazgo con Débora de Corral… ¿Qué va a decir Cerati?
¿Que son todos unos forros y que se vayan a la mierda total él se sigue embolsando la plata? ¿Que sus colegas le chupan un huevo mientras la gente lo vaya a ver? ¿Qué va a decir Cerati de los bichos que él alimentó y que ahora lo ignoran olímpicamente hasta en las entrevistas de una FM? ¿Qué va a decir de Dárgelos, por ejemplo, que se llena la boca hablando de lo visionario que fue Melero con respecto a Babasónicos y a Cerati no le da el menor crédito?
Dicen las malas lenguas (y en el caso de Dárgelos prefiero creerle a las malas lenguas) que este ensayo de cantante y símbolo sexual dijo hace un par de años en una reunión : “Más vale un Melero en mano que cien Ceratis volando”. Lástima que vos, Dárgelos, lo único que aprendiste de Melero es el chamuyo, que te lo vas a tener que meter en el tuje cuando ya no te regalen más títulos, y que con ese chamuyo no vas a influenciar a nadie, más que a un par de mentirosos que van a ir a pedir críticas de favor a alguna revista.
Vos no sos capaz de envejecer ni de agradecer, y aunque hiciste discos brillantes (“Miami” es un disco brillante, “Jessico” también) el pelo se te va a caer, los cachetes esos se te van a caer, el opio de Once te va a quemar la hipófisis y en el camino vas a pisar el palito mil trescientas veces. Yo quiero ver cuando se te terminen esos titulitos “transgresores” si tus shows van a sonar como los de Cerati, si tu voz se va a sentir así en un teatro. Y no lo quiero ver como una venganza, para nada, lo quiero ver como un deseo. Un buen deseo.
En el otro extremo está Leo García… Leo García que en un video que anda dando vueltas canta y se abraza chocho con Cerati. No, Leo, vos no entendiste nada. No entendiste que la cosa va de careteada. No entendiste que tenías que escribir letras adolescentes aunque fueras un viejo choto, no entendiste que podías ser gay y además tener una linda novia para la platea, no entendiste que no tenías que invitar a Cerati a tu último video, porque con nombrar a Melero y un par más en dos o tres entrevistas estratégicas ya alcanzaba… Y no digas bueno, yo a Gustavo lo admiro o a Gustavo le debo mucho, porque el afecto no tiene absolutamente ningún valor en este ambiente falso y mezquino, y porque no son pocos los que le deben mucho a Cerati, pero la corriente es hacerse el pelotudo.
El Treintown, el que estaba en el recital de Cerati, es una generación perdida, tibia, acomodaticia, arrastrada. Yo puedo presumir haber vivido varias décadas en una, como todos los periodistas de rock, con esa visión histórica tan cargosa y obsesiva que llevamos en la mochila.
En un recital así, por ejemplo, nos sentimos muy por encima de la media, con más información y poder de análisis y (encima) la capacidad de experimentar la cosa que no tendría jamás un forro superado y distante.
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